¿Por qué será que se nos hace tan difícil aceptar que nos equivocamos? La gran mayoría de nosotros ha declarado, alguna vez en su vida, lo imperfectos que somos los seres humanos. Sin embargo, cuando esa imperfección se manifiesta nos cuesta reconocerlo o, peor aún, pedir perdón. Es increíble cómo estamos dispuestos a perder relaciones antes de asumir la “culpa” o responsabilidad de una equivocación. Enamorados, hermanos, mejores amigos, se convierten en enemigos, muchas veces, antes de abrir el espacio a un diálogo vulnerable, humilde e “imperfecto”, en el que se expongan las incomodidades y se genere la oportunidad de aprender y comenzar un proceso de sanación. Hablamos de un mundo intolerante como si nosotros no formáramos parte; pero no miramos el escenario cercano, el propio. No nos damos cuenta de lo fácil que desechamos y descartamos a la gente, que nos enemistamos con personas, antes de conversar, razonar, sincerarnos con la intención de establecer, de sentir y de estar en PAZ. La matemática es simple; la suma de pequeñas