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¡Tienes que ser número 1! ¡Llegar Primero! ¡Tener Primero! ¡Ser El Mejor! ¡Ser La Más Bella! ¡Tienes que estar “alante” y dejar a los demás atrás! ¡Tienes que destacarte, sobresalir, predominar, prevalecer, resaltar, exceder, tienes que “matar”!

Eso es lo que nos dicen… nos ponen a vivir en una eterna competencia sin razón y nosotros caemos en el juego sin necesidad.

Hay competencias que pueden tener su naturaleza, pero tratar la vida como una competencia en sí, desgasta, abruma y cuando lo piensas bien, te hace más veces perder que ganar. No en balde hay tanta gente con su estima lastimada… Si de todo hacen una lucha, un pulseo en contra de alguien, aunque esa persona no tenga idea que está en una batalla.

La competencia ha llegado al límite de lo ridículo: queremos ser los primeros y los más. Queremos ser los primeros en saber; los primeros en tener; los primeros en comprar o en hacer; los primeros en dejar. Queremos ser los más: los más inteligentes; los más “open-minded”; los más indiferentes; los más cultos o los más “calle”. Queremos ser los más saludables o enfermos, porque la competencia llega a lo absurdo. Si usted dice que se siente mal, encontrará alguien que hasta en esa competencia le quiera ganar.

Hemos hecho una carrera de cada aspecto de nuestra vida; y si no competimos nosotros, ponemos a competir a otros: Aquella es más linda que la otra. Aquel es mejor que alguien más. Comparar y competir. Competir y comparar, pero todo el tiempo buscando “ganar” en lo que sea o, lo que es peor, ver perder a los demás.

Es como si ganar nos definiera, nos validara, nos hiciera mejor que los demás. Porque, aunque nos choque y se escuche “feo”, al final del día ¿cuál es el fin? No es ganar para uno, es ganar ante los ojos de los demás. Es superar a alguien más. Nos hemos creído el cuento de que «vencer a otros» nos da un toque especial. Como si para ser y merecer hubiera que cargar medallas y trofeos; tener muchos numeritos en cuentas de banco o en redes sociales, en el mundo digital. Como si en este mundo de millones de habitantes solo existiera un único espacio para brillar y para “ganar”.

¿Sabe qué? Ganar y Perder, pasa más adentro que afuera; es menos reconocimiento y más conciencia; más que un resultado, es un sentimiento que tiene que ver con lo que usted hace con usted y no en contra de los demás. La belleza de todo es que todos estamos hechos para perder y todos estamos hechos para ganar. ¡Créalo y verá!

Como siempre, les comparto esta reflexión con mucho respeto y cariño, por si les tiene sentido y aporta en algo positivo… Les quiero y me quedo corta. ¡Eeeeeh Juá!!!

Yz Cifredo [24.feb.2020]

Yizette Cifredo

Motivadora, Comunicadora y Optimista Compulsiva

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