
Es interesante cómo muchas personas exceden el optimismo compulsivo que promuevo y del que vivo muy orgullosa de fomentar. Es un idealismo enfermizo o indiferencia irracional. No entender las posibles consecuencias de un acto cuando las vemos desde afuera. Esa mentalidad masoquista de “no aprender por cabeza ajena”.
Es el típico conductor o conductora de un carro a exceso de velocidad que está seguro o segura que nunca va a chocar. A los demás sí les puede pasar, pero no a ellos ni ellas. O la persona que bebe alcohol desmedidamente y con frecuencia, que se jura en control; los demás pueden caer en la adicción, pero no ellos ni ellas.
“A todos y todas, menos a mí”… esa es la filosofía que les rige consciente o inconscientemente. “Hay que vivir”, “no se puede coger todo a pecho”, “eso es embuste”, “la gente exagera”… frases que justifican la indiferencia y que pueden hacerlos rayar en la irresponsabilidad.
¿Quién pensaría que a adultos y adultas hay que recordarles que se tienen que cuidar? Y eso no es exclusivo de esta pandemia, es que -si nos ponemos a analizar- ¿desde cuándo nos tienen que recordar las cosas que nos hacen bien y las cosas que nos hacen mal?
No lo niego, a mí me impresiona esa pasión de algunas personas por sabotear el bienestar. Lo orgullosas que se pueden sentir por atentar contra su salud física, emocional y mental; hasta con ser mal criadas porque ESO es ser “real”, pero no entremos en eso ahora, porque es harina de otro costal.
Esta vez, no se trata de ser empáticos o empáticas, esta vez se trata de entender cuándo nos toca asumir responsabilidad. Cuándo nos toca sacrificar “gustos” y “placeres”; diferenciar lo que es urgente de lo que puede esperar. Dicen que el ser humano es el único animal que no sigue su instinto; aunque sepamos muy bien lo que debemos hacer y cómo debemos actuar. Se nos pueden escapar descuidos involuntarios en el proceso, pero que sea la excepción y no la cotidianidad.
Cambiemos ese pensamiento “indiferente” que no reconoce nuestra vulnerabilidad. Porque lo que le afecta al mundo, puede llegar a mí con mucha facilidad. Ya estamos grandecitos para jugar a la inconsciencia, apretemos nuestra fuerza de voluntad y aprendamos por cabeza ajena.
Como siempre, les comparto esta reflexión con todo mi amor y respeto, por si les tiene sentido…
Yz Cifredo [13.julio.2020]