¿Cuántas veces nos hemos sentido derrotados, que hemos caminado un largo tramo y cuando vemos cerca la meta, es como si un fuerte viento nos echara para atrás? ¿Cuántas veces nos vestimos de esperanza, nos perfumamos de entusiasmo y, al final del día, terminamos desnudos y desaliñados? No queda ni la pinta ni el aroma, y sentimos haber cogido una paliza como de 10. Son demasiadas las veces que casi nos domina el cansancio y casi nos vence el hastío. Digo «casi» porque siempre pasa algo o alguien que nos inyecta de energía, nos recarga la bateria y nos da el empujón que necesitamos para continuar… ¡Qué cosas, verdad! Sin importar lo terrible de lo que nos toque vivir, son muy pocas las personas que se quitan del todo. En la mayoría de los casos, la gran mayoría de la gente, encuentra una razón para retomar, para ajustar, para reinventarse.
Hace pocos años conocí la palabra “resiliencia” y me enamoré de ella. Es un término que se utiliza mayormente en el campo de la psicología y se refiere a la «capacidad de los seres vivos sujetos para sobreponerse a períodos de dolor emocional y situaciones adversas». En el Diccionario de la Real Academia Española se define como la «capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas». Uno de los aspectos que más llama mi atención del significado de esta palabra es que no excluye a ninguna persona. Es una capacidad que tenemos todos los seres humanos. ¡Qué maravilla! Es tan natural en nosotros como lo es respirar o como son los reflejos. Ahora bien, qué pasaría si reconocemos esa habilidad natural y hacemos mejor uso de ella. Respirar, por ejemplo, puede mejorar la salud, nuestra capacidad de relajar y energizar nuestro cuerpo, cuando lo hacemos de manera correcta y consciente, y no sólo como una forma automática de inhalar oxigeno y exhalar bióxido de carbono. Respirar conscientemente aumenta la calidad de vida, es un hecho. ¡Imaginen qué milagros podemos lograr si nos hacemos consciente y dominamos la capacidad de ser resilientes!
Creo que muchos de nosotros, a nivel personal, familiar, emocional, profesional y/o económico, enfrentamos grandes retos y frustraciones. En nuestros trabajos, hogares, o relaciones, «algo» nos inquieta o atribula. Las finanzas, sobre todo en esta coyuntura histórica, nos tienen inciertos, ansiosos y, en el peor de los casos, depresivos. ¿Qué tal si alguien nos garantizara que todo estará bien; que tenemos la capacidad para enfrentar las situaciones, que tenemos la flexibilidad para ajustarnos a los cambios y sobreponernos a lo que aparentan ser adversidades? Bueno, pues de eso se trata ser resilientes. Fíjense, que en ningún momento se usa la palabra fácil ni placentero, pero sí «posible«. Tampoco nos explican exactamente cómo lo haremos, pero, ¡que buena noticia saber que contamos con las herramientas para lograrlo! Que viene en nuestro paquete desde que nacemos y lo que debemos es aceptar que lo somos, confiar y aprender a administrarnos.
En la historia de la humanidad se nos ha confirmado, una y otra vez, que podemos superar barreras, que podemos derrocar obstáculos y transformar grandes crisis en grandiosas oportunidades. No podemos vivir apegados a cómo eran las cosas, ni agarrarnos de lo que ya habíamos hecho o logrado. De vez en cuando hay que cerrar el libro y comenzar a escribir uno nuevo. Hay que quedar en la nada y, las veces que sea necesario, atreverse a empezar de cero…
Con mucho amor,
Yz [15.mayo.2015]
Que reales tus palabras, Yz, a veces me he sentido así derrotada, pero recuerdo que tengo uno más grande en mi corazón y se me quita su nombre (DIOS). Muy lindo tu escrito de hoy, para aquellos que se rinden a diario.
Besos, mi linda… Tqm.
Excelente escrito.
Bendiciones!
El concepto de «resiliencia» es enriquesedor!!