Hay a quienes les gusta… «QUE SE LO METAN FOFO”

¡Ahora sí que se “armó la de San Quintín”! ¿Y de qué rayos escribió Yz ahora con ese título? Comienzo por comentarles que cada día que pasa y cada situación que enfrento, hacen que reafirme la existencia de vida extraterrestre (porque de algún lado tuve que haber salido).

Las personas discriminan y prejuzgan mucho, se creen y condenan los estereotipos sociales, y, desafortunadamente, la gran mayoría de los ladrones juzga por su condición. (Lo sé, no he descubierto América). Es la realidad que vivimos todos. Lo triste es que, siendo víctimas de esta situación, también somos “verdugos” y lo practicamos. Como muchos de ustedes, soy víctima de prejuicios. Las personas asumen y crean conceptos de mi que se alejan mucho de mi realidad. Lo peor de todo, es que no lo dicen de frente (incluyendo aquell@s que un día dijeron ser amig@s), hablan a tus espaldas y no tienen el valor, compasión ni deferencia de hablarte directamente, de darte la oportunidad de aprender a ser mejor, o de aclarar si es un mal entendido o simple equivocación.

Se hace más interesante el asunto cuando no formas parte de grupos o “juntillas”. ¿Por qué? Porque como la gente no enfrenta y prefiere la hipocresía, mientras exista la posibilidad de seguir viendote, pues “te pelan a espaldas, pero te halagan de frente”. Ahora, si no te unes a los grupos y no existe razón que los haga coincidir contigo con frecuencia, serás “el pelado por excelencia”. Creo que he resumido la historia de muchos, y parte de la mía.

He descubierto que lo que para mi es una práctica de respeto es mal visto. Si respeto a un ser humano no lo trato de engañar ni manipular disfrazando información que es importante y valiosa para él o ella. Un médico no le miente a un paciente cuando tiene una condición terminal. Por respeto y responsabilidad, es su deber decir (compasivamente) el diagnóstico con nombre y apellido. ¿Quisiera ser usted engañado con su salud? Quizás muchos dirán que si. A veces preferimos evitar enfrentar lo que no es agradable, lo que no es esperado, lo que no es parte de nuestro plan (que queremos mantener bajo nuestro total control), pero sé que otros coincidiran en que no pueden quitarnos el derecho de saber la verdad, sea buena o «mala».

Imagine usted que su mamá (como en otros tiempos y culturas) le escoja el esposo o la esposa, y le planifique su boda sin contar con usted (pero sí con su dinero). ¿Acaso, eso no es invalidar su existencia, su capacidad de pensar, de tomar decisiones y su derecho a escoger? Para mi eso es faltarle el respeto a su inteligencia y dignidad como humano.

Al parecer, hay a quienes les gusta que le falten el respeto y piensen por ellos. No quieren escuchar un “ya no te amo” o “no soy feliz a tu lado”. El temor a “sufrir” nos hace infantiles. Preferimos que nos escondan y adornen las cosas. No podemos escuchar un “eso no me gusta”, “no me parece una buena elección”, “no pienso igual que tu” o “me gustaría darte una sugerencia”. No digas eso, porque en ese momento te ponen la equis, la cruz y los ceros; y pasas a la lista negra de los “malos amigos que fueron honestos y te hablaron de frente”. ¡Oh Dios!

La honestidad es un valor que hace falta, mucha falta. Eso sí, ser honestos no nos da el derecho de ser crueles. Siempre hay una manera compasiva y amorosa de dar un consejo u opinión. Si quiere honestidad hay que estar dispuestos a diferir con respeto y considerar lo que otros tienen que decir.

Intenté no juzgarla, pero reconozco que la frase “me lo metieron mongo” me parece fuerte. Hasta se me hace difícil escribirla; pero describe perfectamente la conducta de much@s. A la gente le gusta que los engañen, que los enreden, que los enamoren con «cuentos» aunque terminen siendo traicionados y lastimados. Aunque digan que no, su forma de manejar las cosas los delata. Prefieren a quienes se someten y doblegan. No toleran la diferencia, no pueden entrar en un diálogo donde se den discrepancias o se debatan ideas. Es como si no quisieran que otros existieran. Sólo quienes sean igual a ell@s y a sus ideas. Su filosofía es algo así como: “si tienes algo que aportarme, molestas».

Haciendo referencia al mencionado refrán… A quienes disfruten “el coito con el falo laxo”, los respeto y -aún con mis opiniones- no los condeno, no tengo el derecho; pero no comparto su modo de operar. Por mi parte, prefiero vivir las experiencias que me tocan en CONSCIENCIA, PARTICIPATIVA y ERECTA!!!

Yz [11.Agosto.2011]

Como siempre, con mucho respeto y cariño les comparto este escrito…