Antes de hacerte una película en tu mente, pregunta. Antes de escupir el coraje o la decepción sin tener elementos de juicio suficientes, pregunta. Antes de hacer un monólogo de lo que crees que pasó o de por qué crees que pasó, pregunta.
Cometemos el grave error de abrir la boca para decir las conclusiones de la conversación que tuvimos con nosotros mismos sin antes darnos la oportunidad de tenerla con quien debemos. Antes de gritar, sermonear, reprochar o recriminar, pregunta.
Si es una persona con quien tienes la confianza suficiente como para atacar con la lengua, pregunta. Si solo escuchaste un lado de la moneda, pregunta.
¿Qué pasó con esta persona o con esta situación? ¿Por qué dijiste eso? ¿Por qué no dijiste o hiciste aquello? Pregunta.
Cuando tengas la respuesta, cuando tengas la versión de esa persona contra quien iba tu descarga, suma los numeritos y conecta los puntos. Di lo que entiendas que debes decir, pero no hables contigo y pelees con los demás.
Si vas a abrir el espacio para apuntar con tanta precisión y disparar, detente y antes de hacerlo, pregunta.
Como siempre, les comparto estas reflexiones con mucho respeto y todo mi cariño por si les tiene sentido.
Yz Cifredo [6.abril.2022]