No, no es solo alegría lo que nos regala el #TeamRubio con sus hazañas. El equipo que nos representa en el Clásico Mundial de Baseball, nos está enseñando a nosotros, no solo a los demás países, el lugar que ocupamos en el mundo. Cada vez que un artista, atleta o equipo ondea nuestra bandera en un evento internacional esta poniendo un “pin locator” en nuestra tierra, para que nosotros entendamos nuestra potencia y posibilidad. Nos están recordando de qué estamos hechos y que sí somos capaces. Más que esperanza, nos enseñan la certeza de que antes de cualquier estadística, pronóstico o predisposición, está la fuerza de espíritu. Nos están demostrando, con hechos, que “ningún hombre es una isla”. Que se gana lejos del ego, echando a un lado el individualismo y dando el espacio a la unión, al equipo. Han contagiado a cientos, a miles de personas con su entusiasmo, con su empuje, con su determinación, hasta con su color de pelo. Muchos de los que no sabían lo que
¿Quién no se siente indignado con los asesinatos, crímenes, con las barrabasadas que están pasando hasta en los medios de comunicación? Creo que la situación superó los límites de tolerancia de la persona menos empática y más indiferente del país. Logramos unirnos en un “hastío nacional”. Amén por eso, pero ¿en qué se traduce el “hartazgo colectivo”? Además de marchas, grupos en facebook, y todo lo que invita a la unión y a puntos de convergencia (que estoy muy de acuerdo y los apoyo). Lo cierto es que no debemos dejarle todo el trabajo a los que se mueven y lideran causas porque muchas de las soluciones están en nuestras casas. Las personas subestiman el poder de pequeñas acciones. Siguen ignorando conductas y actitudes que son juzgadas como clichosas, estúpidas, sentimentales o insignificantes, pero que hoy día (lo reconozcamos o no) sufrimos trágicamente estén extintas. ¡Cuánta diferencia haría que en los hogares se honren características particulares del homo sapiens, como razonar y dialogar! Si, en vez de gritar, señalar y condenar,