En esta nueva etapa en la que nos encontramos, amado y yo, desde hace 3 años y 8 meses (la llegada de Eva, nuestra hija), sin duda alguna, la vida cambió, sigue y seguirá cambiando. Ser padre o madre, tener a tu cargo la responsabilidad de cuidar y velar por una personita dependiente 24/7 altera por completo las condiciones del juego. Antes, no se pensaba tanto en las consecuencias de ciertas acciones porque no había quién se viera tan afectado. Los días y horas no eran un “issue” al momento de planificar eventos, salidas y aventuras. Si querías cogerte un “nap” a la hora que fuera o dormir hasta tarde (en las mañanas), se podía. Tampoco había que pensar tanto en las palabras ni acciones porque no tenías a nadie observando, a nadie aprendiendo y absorbiendo sin discriminar. Son muchas las cosas que diferencian el antes del después. Si sigo no acabo. Ser padre y madre es una gran responsabilidad y compromiso. Un acto de amor y entrega desproporcionado y
Si supiéramos los efectos que tenemos en las personas que nos rodean mediríamos mucho más nuestras acciones, en especial nuestras actitudes y palabras. Tal cual juego de video, vamos soltando balas y vidas a nuestro paso; lastimando y salvando gente a nuestro alrededor. Es inevitable, todxs lo hacemos. Consciente o inconsciente, adrede o sin querer, lo hacemos. ¿Cómo así? Todos los días, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos a dormir, interactuamos con conocidos y desconocidos a quienes impactamos de forma positiva o negativa; y que de igual manera nos impactan a nosotros. ¡Piensen bien lo que estoy diciendo! Tenemos la capacidad y, más importante aún, el poder de dañarle o arreglarle el día a alguien; de herir o aliviar; de animar o desanimar; de fortalecer o debilitar. No es un asunto de si queremos o no hacerlo, es que ocurre y la única manera de evitarlo es no relacionándonos con absolutamente nadie por ningún medio, jamás. Dado que ese escenario es poco probable, no nos queda otro remedio
He escuchado diferentes opiniones sobre las publicaciones de personas, empresas o el mismo gobierno en sus redes sociales, en las que exponen las ayudas que ofrecen a las comunidades afectadas por el azote del #HuracánMaría a la isla. Hay quienes se alegran y lo celebran, y también quienes piensan que hay muchx “busca pauta” que se aprovecha del asunto. Les comparto mi reflexión al respecto. Les enumero 3 razones por las que, aunque sí exista quien quiera protagonismo y necesite alimentar su ego, estoy de acuerdo con que lo publiquen y se difunda: 1ero: No es momento para quejarnos por lo bueno. En mi opinion, nunca lo es. Siempre y cuando nadie se vea perjudicado, sino todo lo contrario, ¿a quién le lastima que la razón por la que unxs cuantos hagan el bien sea “curarse en salud”? Y digo unxs cuantxs porque me parece que la gran mayoría lo hace por servir, por entrega, por compasión y por amor a su patria. Después que no sea un engaño que se queda
Casi siempre destacamos el mágico y extraordinario rol que juegan las madres en nuestra crianza, pero ¿y papá qué? Este escrito se lo quiero dedicar al hombre que más me ha impactado y que, gracias a Dios, me lo gozo en vida… El tipo del interruptor. Papá Alfredo, como le dicen muchos, siempre ha sido un hombre enérgico y apasionado. Bromista, bastante bromista, y un entrega’o al servicio, a la comunidad, a la gente. Dos cosas que, sin duda, aprendí de él. Les resumo, tres anécdotas que le darán una idea de sobre de quién les hablo. * ¿Cómo se conocieron mi papá y mi mamá? Resulta que mis padres vivieron en el mismo residencial público, Luis Llorens Torres, y estudiaron en la misma escuela. Cuando estudiaban en high school, un amigo de mi padre le cuenta sobre esta chica que le gusta y a quien quiere conocer, y le pide ayuda. Mi padre, ¡claro! muy dispuesto accede y le dice que cuente con él. La tarea de mi padre