¿Por qué será que se nos hace tan difícil aceptar que nos equivocamos? La gran mayoría de nosotros ha declarado, alguna vez en su vida, lo imperfectos que somos los seres humanos. Sin embargo, cuando esa imperfección se manifiesta nos cuesta reconocerlo o, peor aún, pedir perdón. Es increíble cómo estamos dispuestos a perder relaciones antes de asumir la “culpa” o responsabilidad de una equivocación. Enamorados, hermanos, mejores amigos, se convierten en enemigos, muchas veces, antes de abrir el espacio a un diálogo vulnerable, humilde e “imperfecto”, en el que se expongan las incomodidades y se genere la oportunidad de aprender y comenzar un proceso de sanación. Hablamos de un mundo intolerante como si nosotros no formáramos parte; pero no miramos el escenario cercano, el propio. No nos damos cuenta de lo fácil que desechamos y descartamos a la gente, que nos enemistamos con personas, antes de conversar, razonar, sincerarnos con la intención de establecer, de sentir y de estar en PAZ. La matemática es simple; la suma de pequeñas guerras resultan en un mundo violento; mientras, la suma de pequeñas reconciliaciones resultan en un mundo de paz.
Honestamente, se me hace difícil comprender por qué dos personas que decidieron tener una relación sentimental, que se amaron, que vivieron momentos felices, otros retantes y construyeron algo juntos, llegan al punto de “despreciarse” y “odiarse” por el hecho de no funcionar como pareja. Amistades que vivieron miles de eventos, experiencias y momentos trascendentales, solidarios y alegres son destruidas por una diferencia. Entiendo que hay situaciones y condiciones que no se deben tolerar; que hay relaciones (amorosas, familiares y amistosas) que son tóxicas y lo saludable es distanciarse o terminar. No hablo de esas. Hablo de las que sí tienen esperanza y posibilidad y se ven empañadas por el ego, por “tener la razón”, por falta de una buena y sincera conversación.
Una de las cualidades (que tengo) que me hace sentir extraña es que cuando siento que hay una situación que lacera alguna relación, busco un espacio para conversar. La experiencia es que son muy pocas las personas que acceden a dialogar; no muchas proveen el espacio y casi ninguna lo genera. La gran mayoría te evade e insiste en buscar razones para mantenerse molestos y distantes. El orgullo, sostener la postura que, posiblemente, defendieron con mucha pasión ante la gente, les alimenta el ego, los endurece, les borra la memoria y los enfría.
A mi que me digan loca, tonta, sensible o lo que quieran… Yo creo en perdonar y pedir perdón. Yo creo en la reconciliación. Creo en la separación compasiva. Creo en el AMOR, en la AMISTAD. Creo en la FAMILIA y creo en la FELICIDAD. Creo en que para tener un mundo de paz, hay que acabar con esas pequeñas guerras innecesarias. Creo que, en vez de identificar con quien pelear, tenemos que identificar con quien aliarnos; crear redes masivas de cómplices, tenemos que cooperarnos. Creo que, de una vez y por todas, debemos darle al ego una buena mandá al cara%#@!!!
Yz Cifredo [15.Noviembre.2015]
Como siempre, me encantó! Y no eres extraña! Los otros lo son! ; )